TODAS LAS CANCIONES DE AMOR
Texto de Santiago Loza

Un viaje emocional entre el drama y la comedia, entre la vida y la muerte, entre el amor y el olvido

Un homenaje a una mujer, a una madre que dedicó su vida a cuidar a los demás, a hacer las camas, doblar las sábanas, cocinar, fregar, barrer, amar, callar….

Es una reflexión emocional de una mujer al final de un camino, un camino extraordinario, bello y terrible como la vida.

Nos habla desde su cocina, donde pintaremos sus recuerdos y su mundo interior, sus amores, su marido, su hijo, sus canciones de amor.

Cuando algunos hechos inexplicables se repiten una se da cuenta de que la realidad ha sido tomada por el asombro.

Desde ese asombro nos cuenta su historia, el olvido, el recuerdo y el amor.

1. EL PROYECTO

Junto a su habitual equipo de colaboradores, Andrés Lima se puso a trabajar a través de un programa de talleres de investigación en este montaje teatral, una especie de viaje emocional entre el drama y la comedia, entre la vida y la muerte, entre el amor y el olvido.

Andrés Lima, Premio Nacional de Teatro, pretende crear un día en la vida de una mujer mayor que, posiblemente, se está acercando a la muerte: ”Ese mundo difuminado y mágico, tenebroso y a su manera feliz…Habíamos hablado de hacer un espectáculo sobre los últimos momentos de la madre de Eduard, cuando ella empieza a caer en el olvido.

La función es una exploración por la celebración de la vida cuando la vida se acaba”.

Eduard Fernández señala que hace ya años se encontró con un texto del dramaturgo argentino Santiago Loza, ‘Todas las canciones de amor’, cuya protagonista era una mujer, una madre.

“Hace años que conozco a Andrés Lima, al que sigo y admiro. Para mí es un regalo contar juntos a mi madre, a la suya, a las nuestras, al olvido, a los olvidos, al amor de esas madres y al nuestro, sus hijos. A ese recuerdo”, explica Eduard Fernández, protagonista del montaje.

Durante un año han trabajado en una serie de talleres en el que participa todo el equipo artístico, incluido Santiago Loza que hará más personal este viaje.

Un equipo compuesto por Eduard Fernández en la actuación. Beatriz San Juan en la escenografía y vestuario. Miquel Ángel Raió en la videocreación. Valentín Álvarez en la iluminación. Enrique Mingo en el espacio sonoro. Laura Ortega en la ayudantía de dirección. Y Joseba Gil en la producción…

“Santiago Loza compondrá el texto a partir de las vivencias personales de los componentes del equipo, así como a través de la experiencia de profesionales y especialistas que participan en los talleres de investigación”, explica Andrés Lima.

A partir de la escritura del autor, la obra nos conduce a una serie de situaciones de un personaje que deambula entre los recuerdos y la realidad, un conmovedor relato que nos invita a reflexionar y a adentrarnos en una realidad sombría.

Con mucha ternura, sin perder nunca  el sentido del humor, mediante la poética del dramaturgo argentino, “hemos comenzado un viaje que culminará en un espectáculo, que se estrenará en 2023 después de un año y medio (o de toda una vida) de viaje. Entonces empezará otro viaje. Espero que Ana María, de alguna manera, lo vea… y le guste”, cuenta Andrés Lima.

2. LA VERSIÓN DEL DIRECTOR

Un buen día Eduard Fernández me llamó. Me contó que quería hacer un espectáculo sobre su madre. Me dijo que quería hacer de su madre.

A Eduard y a mí nos unen muchas cosas: el teatro, la amistad, pertenecer a una misma generación y compartir las tablas hace ya unos cuantos años. Me dijo que tenía un texto excepcional de Santiago Loza que conectaba directamente con el relato que quería contar. Inmediatamente le dije que sí.

El teatro nos va acompañando, como la vida, como el recuerdo de su madre, Ana María. ‘Todas las canciones de amor’ es el relato de una mujer que, poco a poco, es consciente de que la vida está empezando a cambiar.

De que lo que no entendemos empieza a tener sentido. De que lo más importante es el amor que tiene por su hijo, de que la vida vivida escondió muchas emociones, secretos, de que no nos da tiempo a entender lo que hacemos y menos lo que hacen los demás, nuestras parejas, nuestros amigos, nosotros mismos.

La perplejidad y el asombro recorren su relato, como si estuviera volviendo a nacer. Hacer un pastel es un acontencimiento, levantarse de la cama algo nuevo, sentir que ha vivido muchas veces sepultada por los demás y que lo que realmente le importa es amar.

Pero a Ana María la vida se le escapa. Las palabras se le escapan. No recuerda bien, o recuerda cosas lejanas y no sabe dónde está, o sencillamente no sabe dónde ha dejado el cepillo de dientes.

Ana María espera a su hijo, Eduardo.

Eduard es Ana María. Eduard será Ana María recordando a una mujer que empieza a no recordar.

Sentir, es lo que quieren Ana María y Eduardo y Eduard y yo y todos los que vamos a hacer ‘Todas las canciones de amor’.

3. PALABRAS DE EDUARD FERNÁNDEZ

En otoño del 2019 viajé a Buenos Aires a ver a Alberto López, un gran amigo. Una noche fuimos a ver un monólogo al teatro (hacía ya tiempo que quería interpretar un monólogo y empezaba a ser una necesidad). Me emocionó profundamente, por su poesía, por su aparente simplicidad cotidiana, por ser lo que para mí es puro teatro. Santiago Loza era el autor, Luis Machín el inmenso actor.

Leí más monólogos de Santiago y  hubo uno que me atrapó: Todas las canciones de amor. Me gustó que el título contuviera la palabra amor y el reto de elegir 5 canciones de amor de todos los tiempos y de nuestra cultura. La protagonista era una mujer, una madre.

Mi madre murió en la primavera del  2020, víctima de la pan- demia y del Alzheimer (no pude estar a su lado, viví su muerte desde la distancia).

Hace ya años que conozco a Andrés  Lima, que le sigo y le ad- miro, y es para mí un regalo contar juntos a mi madre, a la suya, a las nuestras, al olvido, a los olvidos, al amor de esas madres y al nuestro, sus hijos. A ese recuerdo.

4. EL TEXTO DE SANTIAGO LOZA

Ella sola, en un espacio familiar, amplio, tal vez blanco. Muchas puertas.

Esta misma mañana sucedió un hecho curioso.

Al lavarme los dientes, se me partió en la mano el mango del cepillo, se quebró como si se rompiera una rama pequeña, hizo crac. Me quedé perpleja. El ser tarda en aceptar el quiebre de la rutina. Tenía la boca con espuma, el agua corriendo y yo en suspenso… Pensé que debía ser el ímpetu con el que había refregado el cepillo sobre mi dentadura, una fuerza inusual, diferente a la de cualquier día.

También pensé, más allá de lo que dije antes y con esto me contradigo, que la quebradura, en realidad, aludía a un estado, pero no supe a cuál. La quebradura y su misterio aludían a un estado de cosas que todavía no podía ver con claridad. Como sea, me quedé desconcertada. Perdida, frente al espejo. Con el cepillo de dientes partido, y toda húmeda y sin comenzar a vivir.

[…] cuando algunos elementos del día se repiten, una intuye que se forma, demanera invisible, una trama extraña. Y estamos obligados a entender, a descifrar, de qué cosa está compuesto este misterio.

No se asusten, voy a ir por paso. Despacio, para que no se pierdan. Yo los acompaño. De la mano los iré llevando, como llevaba a Eduardo en los primeros años. Cuando tenía miedo de atravesar pasillos sin luz, lo llevaba de la mano, en silencio, y él se aferraba con la débil fuerza que tenía y podíamos avanzar. Así los llevaré, de la mano, si me dejan. No me suelten.

Por favor, les ruego que me tengan piedad y paciencia. Vamos a cruzar este día.

Fragmentos de ‘Todas las canciones de amor’, de Santiago Loza).

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