‘Asesinato y Adolescencia’, reseñas de prensa y críticas

‘Asesinato y Adolescencia’, uno de los espectáculos imprescindibles de la temporada, surge de la investigación realizada por el mismo equipo artístico de ‘Prostitución’, un espectáculo de riesgo, investigación y compromiso artístico. Bajo la dirección de Andrés Lima y el texto escrito por Alberto San Juan, el espectáculo se adentra en el misterioso y turbulento universo de la adolescencia y la violencia. Algunas de las reseñas de prensa destacan la propuesta nada común y diferenciadora. 

Babelia habla del trabajo de Alberto San Juan y Andrés Lima, «viejos cómplices desde los noventa con el grupo Animalario, vuelven a unir sus talentos en una nueva obra teatral titulada Asesinato y adolescencia —esta vez San Juan como dramaturgo y Lima como director— con el objetivo de acercarse a la adolescencia sin prejuicios ni clichés preconcebidos, sino con mirada poética. Se centran para ello en un punto fijo: la violencia. La que los jóvenes reciben de la sociedad y la que devuelven. Y con una película de referencia: ‘M, el vampiro de Düsseldorf’ antiguo pero todavía escalofriante filme de Fritz Lang sobre un asesino de niñas en el Berlín de los años treinta, con su turbadora estética expresionista”.

Marta García Miranda, para El Confidencial, titula la reseña de ‘Asesinato y adolescencia’ como un retrato de la adolescencia en llamas, donde Andrés Lima y Alberto San Juan estrenan un ‘thriller’ sobrecogedor en torno a la violencia en la adolescencia, con Jesús Barranco y Lucía Juárez. “os dos intérpretes son puro talento y están extraordinarios en este retrato de una adolescencia en llamas que construyen casi como una pieza de danza: víctima y asesino se acercan, se alejan y se encuentran en un territorio compartido, el de la inmadurez. La de ella, que está dejando de ser una cría para convertirse en adulta; la de él, atraído y fascinado por todo eso que ya no existe en la edad adulta. Y a esa coreografía se suma en escena el gran trabajo de vídeo de Miquel Àngel Raió, las luces de Valentín Álvarez, la escenografía de Beatriz San Juan y la música de Nick Powell”.

Garcia Miranda lo tiene claro: “Asesinato y adolescencia es un thriller, una ficción con algo de teatro documental (muy poco), que se mueve en un territorio más poético que realista y que recuerda a una de las mejores obras de Animalario, Hamelin, escrita por Juan Mayorga y estrenada en 2005, una historia “sobre los niños de una ciudad que no sabe protegerlos, sobre un niño y sus enemigos, sobre el ruido que le rodea y el miedo con que nos mira”.

El crítico Horacio Otheguy Riveira destaca en la revista Culturamas este drama internacional, no solo español, “de donde surge esta notable propuesta escrita por Alberto San Juan y dirigida por Andrés Lima: la angustia circular de los adolescentes que tienen entre 12 y 18 años con castigos por Código Penal, entre 14 y 16 años. La violencia de adolescentes entre sí y de adultos que les acosan en colegios y familias puede fundirse dentro de una amalgama de estridencias con el punto en común de una creciente frustración social que fusiona el desamparo económico con abundantes grietas en la inteligencia emocional, en el descontrol de lo que necesito y lo que deseo y lo que puedo conseguir”.

La web Prensa Social avala también el espectáculo, donde Alberto San Juan y Andrés Lima “dan un paso adelante y miran a su alrededor, miran a lo largo y ancho de la sociedad urbana del primer mundo , en el que vives tú, en la que vivo yo y encuentran y se encuentran rodeados de violencia  la verdadera, única e irresistible protagonista de esta poderosa función”.

En El Diario, Pablo Caruana, define la obra ‘Asesinato y adolescencia’ como un retrato de la iniciación a la edad adulta, una edad angustiada e indefensa frente a una sociedad inhóspita y mediatizada: “La obra se sustenta en dos poderosas actuaciones. La de un actor que últimamente está por encima del bien y del mal, Jesús Barranco, que vive una madurez que le permite hacer con una libertad en escena asombrosa. Y una incipiente Lucía Juárez, que ya trabajó con Lima en Prostitución (2020) y Paraíso perdido (2022). Juárez ejerce un trabajo de actuación en la cuerda floja. Violenta, extremadamente dramática, vulnerable, enfermando la voz y el cuerpo, Juárez compone una adolescente compleja y bien viva. En una escena después de una disputa con los padres, Lucía se realiza cortes en las ingles y los antebrazos; vemos a una joven pidiendo dolor para no sufrir, ejerciendo una autolesión ficticia pero cruda y que descompone el ojo del espectador”.

Por su parte, Jose Miguel Vila revela en Diario Crítico cómo Alberto San Juan y Andrés Lima presentan a víctima y victimario como dos seres perdidos, solos, con una necesidad íntima y profunda de los demás. Barranco y Juárez han sabido captar esa ambivalencia y contradicciones profundas que circulan por las almas de sus personajes y las han conseguido mostrar con una fuerza y una verosimilitud descarnadas: “Muy interesante”.

Diego Da Costa también escribe en Cinemagavia sobre el espectáculo, y destaca el casamiento entre lo audiovisual y lo teatral está a la orden del día, siendo una unión que sabiendo utilizarse es una delicia. En ‘Asesinato y adolescencia’ inicia un camino artístico muy prometedor, donde una gran estructura  protagoniza la escenografía junto a proyección de gran formato. Gracias a ello, los asistentes quedan enganchados, dado que visualmente es muy atractivo, también por la elección del sello de identidad. 

También hay otras destacadas referencias, como en el Diario La Nube, que define el espectáculo como un vertiginoso viaje de 90 minutos, nuestro montaje teatral, lejos de tejer fantasías, se sumerge en la espantosa realidad que enfrentan numerosos adolescentes en la sociedad contemporánea. Este escenario no es una abstracción, sino un fiel reflejo de las desafiantes circunstancias en las que se encuentran muchos jóvenes, atrapados entre la frustración, el miedo, la angustia y la soledad. Desde la incomprensión familiar hasta las luchas contra los trastornos alimenticios y las autolesiones, desde las drogas hasta la violencia tanto dentro como fuera de su entorno, los adolescentes se ven obligados a navegar por aguas turbulentas. Esta obra desnuda la realidad sin filtros, mostrando una verdad incómoda pero crucial que afecta a nuestra juventud, revelando las complejidades de sus vidas en un mundo permeado por la política y los medios de comunicación.

Natalia Ibáñez Ruiz de Alegría se pregunta en El Generacional: “Por qué los adolescentes se rebelan y recurren a la violencia para expresarse? Detrás de esos sentimientos se esconde un mundo interior muy complejo; esto es lo que han pretendido plasmar Alberto San Juan y Andrés Lima. Hostilidad, desesperación y el punto justo de locura son los elementos que caracterizan a la protagonista, una chica de unos 15 o 16 años. Ella destaca por su constante agresividad hacia su entorno, unas relaciones familiares complicadas, y una exagerada lealtad hacia su grupo de amigos. Además está metida en la droga. Siente que la vida le da la espalda y ella solo sabe pegarle con todas sus fuerzas”.

Raúl Losánez escribe en su reseña para La Razón: “Hay, desde luego, algunas escenas impactantes, duras; y hay una estupenda dirección de Lima, como es habitual en sus trabajos, que te hace seguir la historia sin pestañear, aunque no sepas muy bien si te va a llevar a algún lado. En este sentido, merece la pena destacar el espléndido uso que hace del panel que sirve como único elemento escenográfico, moviéndolo con sutileza para generar distintas atmósferas y estados que se relacionan muy bien con el curso de la acción. Asimismo, hay un maravilloso trabajo de Nick Powell en la ambientación musical que contribuye igualmente a llevar al espectador en la dirección de la historia. Además, la obra cuenta con un actor de talento más que contrastado, como es Jesús Barranco, y con una joven Lucía Juárez que sigue sumando puntos en su prometedora carrera”.

Igualmente, Ainhara M.G. escribe en El Salto: “No hay duda de sus brillantes actuaciones. Ella consigue transmitir una angustia extrema, mientras que él genera una repulsión y un terror difíciles de digerir. Esto nos atraviesa de manera directa a mujeres y adolescentes, y, de la misma manera que la pieza incluye avisos al público del uso de luz estroboscópica, podría añadir también avisos de contenido en relación con el grado de violencia que se muestra, para poder ahorrarse el disgusto. Los avisos de contenido no son spoilers ni tonterías para personas con la piel muy fina, sino herramientas que previenen que quien así lo desee o necesite reviva una experiencia traumática”.

 

 

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